No me gusta entrar en calificativos, pero estos días pasados, unos 600 profesionales del mundo de la innovación nos hemos reunido en la edición española de Emtech del MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts) que se ha celebrado en la ciudad de Valencia. Uno de los ponentes aseguraba que si se incentivase a mil emprendedores se conseguirían, rápidamente, tres millones de empleados y, de esta forma, se mermaría el cáncer del paro en nuestro país.

emtech-spain Lo dicho, no voy a calificarlo, pero sí que voy a comentar: ¿por qué dejamos sólo al innovador y al emprendedor?, ¿por qué no se proponen formas de alianzas y colaboraciones serias?

En lo que se refiere a nuestra economía, Stiglitz y Krugman, ambos premios Nobel de Economía, han advertido a España sobre la necesidad de mejorar nuestra competitividad. De hecho, territorialmente se está haciendo, pero a un ritmo muy diferente. Por ejemplo, las empresas vascas han apostado por dos pilares principales: uno de ellos es un refuerzo considerable de su Sistema de Innovación, el otro es la internacionalización. Por eso, los empresarios vascos están solventando las crisis mucho mejor que los que dependen, en mayor medida, del mercado interior nacional.

De todos es sabido que el conocimiento requerido por las empresas es tan complejo, plural y cambiante, que no puede ser generado internamente por sí solas. Una parte creciente de ese conocimiento provendrá del exterior. A veces, puede venir de otras compañías con las que opera la empresa (proveedores, clientes…) pero un gran componente de ese conomiento provendrá de lo que se conocen como «infraestructuras de conocimiento» (universidad, centros de tecnológicos, etc.).

Los Centros pertenecientes a la REDIT (Red de Institutos Tecnológicos de la Comunidad Valenciana) estamos en una encrucijada. Por una parte, se nos reducen considerablemente los fondos públicos, mientras se nos “invita” a alcanzar alianzas para nuestra supervivencia futura. Pero, yo me pregunto… ¿Para gestionar el reparto de fondos públicos, o para organizar a los diferentes agentes que componen las infraestructuras de conocimiento, favoreciendo su identificación de roles y funciones, su interrelación y escalonamiento a lo largo de la cadena de innovación, su visibilidad y conocimiento por parte de las empresas y la conexión de todos los agentes del sistema?.

Ante este tipo de orientación no hay respuesta y hoy nuestros responsables políticos siguen dando “palos de ciego”. Por supuesto que nuestra actividad está sujeta a “fallos de mercado” y no toda intervención pública debe adoptar la forma de subvención o financiación pública. En resumen, la principal función de la Administración en estos momentos debería ser la de facilitar la gestión de los distintos tipos de conocimiento existentes en el sistema de innovación apostando, acompañando y posibilitando la creación de espacios de facilitación, la identificación de los roles de cada agente, el surgimiento de una visión común y el alineamiento de las estrategias de cada uno con las del conjunto del territorio.