pensar-diferenteEn la jungla económica que impera actualmente, diferenciarse es cada vez más difícil. Si eres un “pedazo de de emprendedorrrr” (como diría Chiquito de la Calzada), si tienes una idea original, ¡ da el salto !, pero con seguridad, porque posiblemente tus competidores la copiarán en una, dos o tres semanas como mucho. Con 3.000 millones de personas tratando de construir vidas y sociedades similares a la nuestra, las presiones competitivas están llegando a su punto de ebullición, pese al entorno de crisis que actualmente estamos viviendo a nivel mundial. Y sólo hay una salida, y es sumamente sencilla: es preciso hacer algo distinto. Hacer algo que el mundo no haya visto antes. Innovar para, durante, o por un corto espacio, llegar a tiempo, ser único y resultar altamente competitivo. Hoy, la diferenciación ha de surgir de otros campos, por ejemplo de la garantía, de el servicio postventa, de la imagen, de la oferta de financiación y de aspectos intelectuales e intangibles. Y, por supuesto, en la gente. La gente puede hacer que tu empresa, tu producto y tu servicio sean una opción única. La forma en que diriges y orientas a tu equipo, es clave a la hora de lograr o no buenos resultados, ellos son, sin duda, el motor de la innovación en la empresa.

El liderazgo y la gestión son más importantes que nunca. Vivimos en la época del tiempo y del talento, en la que vendemos tiempo y talento, explotamos tiempo y talento, organizamos tiempo y talento, y preparamos tiempo y talento. Por lo tanto, la gestión y el liderazgo son claves para lograr una ventaja competitiva. La forma en que atraes, retienes y motivas a tu personal son más importante que la tecnología. La forma en que se dirige y orienta a una empresa son elementos diferenciadores esenciales. Son la esencia de tu exclusividad. Por eso, si la gestión atañe a la gente, ha de convertirse en una “gestión humana”, acompañada de una responsabilidad social corporativa que también sirva para diferenciarse del “vale todo” o del “fin justifica los medios”.

En la economía del exceso, las fuentes de la competitividad se irán desplazando progresivamente hacia cosas que no podemos tocar. Tanto los consumidores y clientes potenciales como los empleados futuros pedirán a gritos que los productos, los servicios, las estrategias, los líderes y las organizaciones les emocionen. Comercio e(mocional). En una economía de la abundancia, el éxito nace de atraer emocionalmente al consumidor o a los colegas, no de convencerlos racionalmente. El éxito requiere que dejes de fijarte en la cabeza y te centres en el resto del cuerpo: en el corazón, el estómago, el abdomen de la gente, para conseguir su afecto, su intuición y su deseo.

En esta economía emocional, la competencia no es específica y se centra en producir buenos trabajos o productos y excelentes servicios con óptimas oportunidades profesionales. Pasa por proporcionar sueños, satisfacciones, alegrías,….. a la gente (estos cada vez más definidos por tribus, modos y formas de vida)…