Hace pocos meses, y a través sus respectivos blogs, Guillermo Dorronsoro, actual Decano de la Deusto Business School y Xavier Ferras actual Decano de la Facultad de Empresa de la Universidad de Vic, publicaron respectivamente los DAFO del Sistema de Innovación del País Vasco y Cataluña.
Euskadi ha construido partiendo prácticamente de cero, una infraestructura de ciencia y tecnología que en estos últimos años ha probado su valor para su industria que ha soportado mejor esta dura crisis, entre otros factores, por su capacidad de incorporar tecnologías y conocimiento avanzado en sus productos y procesos, ganando con ello la competitividad necesaria para competir internacionalmente. Esto viene demostrado a través de datos tan relevantes como su nivel de empleo, o el mantenimiento de niveles salariales (es la Comunidad Autónoma líder en el Estado en ambos indicadores). En particular, el eslabón de los Centros Tecnológicos, creados en 1982, se ha desarrollado hasta convertir a su red de Centros Tecnológicos IK4 y Tecnalia en referencias competitivas en Europa al nivel de las corporaciones creadas con anterioridad en Alemania (Fraunhofer, Helmholtz, Leibnitz) o en los países nórdicos (DTI, VTT, Sintef, Ireco, TNO…).
El Consejo Vasco de Ciencia, Tecnología e Innovación es la pieza clave desde la cual se despliegue un marco institucional coherente con programas para cuatro años, partiendo de un acuerdo entre las principales fuerzas políticas que da estabilidad a la parte pública de este marco.
Cataluña cuenta con un incipiente sistema científico de excelencia. Un sistema de investigación, que se ha construido sobre una estrategia inteligente y estable en el largo plazo, dando resultados más que relevantes. Hace quince años, el actual Consejero de Economía (entonces Consejero de Universidades), Andreu Mas-Collell, decidió crear centros de investigación externos a las universidades, en estructuras (fundaciones privadas) mucho más ágiles. Algunos de los principales líderes científicos se ubicaron en estas estructuras, y se les ofrecieron contratos-programa de financiación pública contra objetivos de investigación muy ambiciosos. Estas estructuras son lo que hoy se conoce como Red CERCA (Centros de Investigación de Cataluña). En paralelo, se diseñaron ayudas para atraer al mejor talento internacional (programa ICREA). El resultado, una red de Centros que ha trabajado con visión a largo plazo, autonomía, visión global y ha sido evaluada con criterios de excelencia. Estos activos científicos, junto con las grandes infraestructuras existentes (Sincrotrón, Supercomputador, o Laboratorio de Resonancia Nuclear Magnética), así como 12 universidades que dan servicio a más de 200.000 estudiantes, y una red hospitalaria referente en investigación clínica y biomédica, configuran uno de los grandes polos de generación de conocimiento del Sur de Europa.
La Comunidad Valenciana pese a ser la pionera en todas las comunidades autónomas y en su día ser el modelo envidiado y copiado por el resto, está en el otro extremo del sistema. La sociedad valenciana no exige políticas de innovación, como sí exige otros tipos de iniciativas y la inexistencia de un discurso sobre innovación constante y consistente entre la sociedad civil, esto ha permitido que sucesivos gobiernos impongan criterios dispares sobre las políticas de innovación. El máximo exponente de estas contradicciones ha sido la política actual de centros tecnológicos, con sucesivas propuestas de distribución sectorial, concentración, segmentación por tecnologías o fusión de todos ellos. No existe todavía una visión clara, sobre cuál ha de ser el modelo de innovación y competitividad.
Como indicaba Andreu Romero y otros firmantes en este mismo medio hace unos días, hablando de un modelo absurdo de innovación, los Institutos Tecnológicos valencianos representados en REDIT están sumidos en la trampa de la teoría de la eficiencia y la rentabilidad y son amenazados actualmente con el cierre del grifo de la ayuda pública cada vez mas exigua, no teniendo en cuenta la descapitalización en investigación que han padecido por los recortes. En tres años, han perdido dos tercios de las subvenciones destinadas a investigar. En vez de marcar una estrategia clara a medio plazo, consensuada con todos los actores implicados y realizando una inversión acorde a la magnitud de la tarea, esconden sus miserias en más recortes, y trabas burocráticas. Eso sí en los discursos de nuestros políticos, bien que hablan de progreso e innovación, …….“ una cosa es predicar y otra dar trigo “.