El pasado día 21 se celebró el segundo acto de investidura de Obama como Presidente de los Estados Unidos. En su discurso destacó “ Queremos que nuestros hijos crezcan en un país en el que puedan ir a las mejores escuelas y con los mejores profesores, un país que esté a la altura de sus logros como líder global en tecnología e innovación, con todos los buenos puestos de trabajo y nuevos negocios que ello conlleva».
Este y otro tipo de intervenciones ponen de manifiesto la devoción por el conocimiento, por el descubrimiento y por la innovación que tienen los norteamericanos. No sorprende el esfuerzo que hacen en I+D (3% de su PIB) ni el hecho de que la mitad de las cien mejores universidades del mundo y 17 de las 20 primeras sean norteamericanas.
En España, sin embargo, las cosas son diferentes. Las inversiones en I+D representan poco más del 1% del PIB. Después de casi un lustro de reducciones, los presupuestos de I+D de la administración central para 2013 son equivalentes a los de 2005. La crisis es la razón esgrimida para justificar esa situación, pero eso contrasta con lo que ocurre en otros países, como Estados Unidos y también Alemania o Francia, en los que, desde políticas económicas bien diferentes, han coincidido en elevar las inversiones en I+D+I en los momentos difíciles. Segar las inversiones en ciencia es cortar de raíz una de las principales fuentes de cultura y conocimiento de un país. Equivale a cercenar el desarrollo, el bienestar y hasta la democracia del futuro.
La semana pasada se celebró en la sede de la CEV la jornada “La Innovación como factor estratégico de competitividad de la empresa”. Las organizaciones sindicales mayoritarias, la patronal CIERVAL y REDIT coincidieron en que es necesario menos papel y más compromisos con los Institutos Tecnológicos, que son objetivos claros y estratégicos de acompañamiento de la Administración y que son necesarios puntos de inflexión tal como el Presidente Fabra resaltó en su discurso de año nuevo.
Hoy la realidad es bien distinta. Se adeudan 76 millones de euros a los Centros de REDIT, dentro de los 14 Institutos se han acometido 12 EREs que afectan al 20 % del total de plantilla y que han ocasionado la extinción laboral de más de 400 trabajadores, 9 centros tienen serios problemas para pagar la nómina cada fin de mes y los gastos de financiación para el sostenimiento de los mismos ascendió a la friolera de más de 6 millones de euros durante 2012.
Hace pocos días le preguntaron a Emilio Ontiveros, Presidente de Analistas Financieros Internacionales y buen conocedor de los institutos tecnológicos valencianos, ¿Es posible otra política económica? La respuesta del prestigioso economista fue contundente. “Sí, es posible. Basta mirar a EE.UU., a las evidencias que el propio FMI ha puesto de manifiesto. No se trata de malas matemáticas, sino de malas políticas. Es posible crecer, ser eficientes y distribuir mejor”.
No estamos en los EE.UU, y difícilmente nos podemos equiparar a este país, pero nuestra Comunidad Autónoma debería mirarse en el espejo de otras como el País Vasco, Navarra o Madrid en cuanto a su apuesta por la I+D+I. Menos papeles y más hechos sería un buen comienzo de año para nuestra I+D+I.
Noticia publicada en el periódico Levante-EMV.
Menos papel y más compromisos (201.2 KiB)