Donde haya un árbol que plantar, plántalo tú.
Donde haya un error que enmendar, enmiéndalo tú.
Donde haya un esfuerzo que todos esquivan, hazlo tú.
Sé tú el que aparta la piedra del camino.
Gabriela Mistral
En el interior del ser humano late un desarrollo casi imposible de medir. Es como una primavera de la vida que fluye con una riqueza extraordinaria.
Quienes no tratan con gente joven —o lo hacen con lejanía— no sospechan siquiera cuántas dudas, cuántas tempestades, cuántos afanes apasionados lleva consigo la transformación del espíritu adolescente. Lo que ocurre es que en nuestra sociedad se impone cada vez ese » espíritu adolescente » y me refiero al pasarlo bien, al vivir sin preocupaciones, el pasar al otro las responsabilidades o como popularmente se dice » comerse pocos marrones» y en este caso ya no estoy hablando de adolescentes. Estoy hablando de la sociedad adulta y dirigente.
Hoy es Domingo y culmino una semana colmada de «marrones» de todos los tamaños y colores. A nivel personal, familiar y profesional. Confieso que después de haberla pasado me río de alguno de ellos e incluso por ese «mimetismo» que tengo por naturaleza hace que al final, todos estos acontecimientos recalen en el entorno más cercano. Intento verlo en positivo y especialmente reviso mi historia y veo cómo toda esta serie de acontecimientos me han fortalecido y siguen fortaleciendo mi persona. Muchos de los que me conocéis me calificáis como una persona con carácter, es decir, una persona que desde luego, no me gusta pasar indefinida ante acontecimientos que se presentan en mi vida y que muchas veces considero desproporcionados, injustos o con falta de sentido. Pero el carácter, depende menos de la naturaleza y más de la educación que cada uno recibe y de las cosas que uno hace: nuestro carácter —decía Aristóteles— es el resultado de nuestra conducta.
El carácter no es como un apellido de alta alcurnia que se hereda sin trabajo. El carácter viene a ser como el resultado de una contienda singular que cada uno libra consigo mismo y de la que depende en mucho el acierto en el vivir. Una lucha que comienza a edades muy tempranas y que queda ya casi decidida al final de la etapa que nos ocupa. No paso precisamente, como muchísimos españoles, uno de mis mejores momentos, y es frecuente que cada día no sólo traiga su propio afán , porque éste suele venir acompañado de algún que otro zarandeo, chuleo o ninguneo, pero sin duda, como mi apellido, aunque erosionado, pulido, rodado, ¡¡ fuerte como una roca !!.
No esquives los esfuerzos, aparta las piedras, …¡¡¡ enmienda, emprende, lánzate !!!. O de una forma más moderna : Yes, you can !!!
Os acompaño un manual de supervivencia, que deberéis de tener muy a mano.
Iscariote, no nos lo digas dos veces que nos vamos de nuevo para Valladolid!! Hemos pasado unos días inmejorables en tu ciudad, conocerte fue uno de los grandes momentos que hemos vivido ayer y que estamos deseando repetir, con más tiempo para compartir sobre todo.Un fortedsimo abrazo