La financiación de las actividades productivas de las empresas valencianas se ha convertido en uno de los campos más polémicos en los últimos años. La industria se ha incorporado a las convicciones sociales y de esta forma ha sido extendida a amplias capas de la población que se ha acostumbrado a identificar el progreso industrial y técnico con el progreso social. En esta relación, es una realidad decir que nuestro país y nuestra Comunidad Autónoma han vinculado especialmente la decadencia económica y política con la decadencia científica.
Si analizamos la historia económica valenciana veríamos como siempre ha habido una tendencia a entronizar en cada época a un sector ( automoción , agroindustria, turismo,…), despreciando los tradicionales ( que parecían que iban solos ), lejos de una realidad que ha mostrado una clusterización o establecimiento global de las mismas en zonas geográficas muy marcadas por una actividad productiva muy determinada que ha llevado a la degradación económica de la comarca y del sector en cuestión. Así lo vemos en la madera-mueble, cerámico, calzado , juguete y otros.
No podemos dejar de lado nuestro entorno de crecimiento y competencia europeos y así, esa misma la Comisión reconocía que el problema del declive industrial no es sólo de las industrias intensivas en mano de obra (como se pensaba en un principio) , sino de todas, incluso las de base tecnológica, que para algunos de los países miembros son todavía el futuro, según sus dirigentes. Europa también insiste que el conocimiento es el tema central y así lo mostró en las conclusiones de la agenda de Lisboa, y de esta forma refuerza que la investigación y la Tecnología son, junto con la educación y la innovación, los componentes del “Triángulo del Conocimiento”.
Está claro que el Gasto Público en I+D es una condición necesaria pero no suficiente. La suficiencia y la eficiencia vendrán conjuntamente con actitudes ante el riesgo, la disposición al aprendizaje , el prestigio de saber y emprender que llevarán a que estas y otras medidas bien aplicadas sean realmente dinamizadoras tras un considerable esfuerzo económico de los contribuyentes y de sus gobiernos.
El paso de la sociedad de la producción a la de la innovación, que ha puesto en primer plano la gestión del talento, tendrá enormes repercusiones socioeconómicas en los próximos veinte años, afirma el Informe España en el mundo 2033, dirigido por Javier Solana para PWC.
Según el informe, el mapa laboral, y con él, el geográfico, se concentrará en centros o polos de empresas donde concurrirán los trabajadores altamente cualificados. Estos nodos de innovación acapararán la mayor parte del crecimiento económico, actuando como catalizadores de desarrollo, y se situarán en las áreas urbanas de los grandes mercados.
Estas zonas captarán también a ese pequeño porcentaje de la mano de obra que genere mucho valor añadido, y a su alrededor florecerá un potenciado mercado de servicios culturales, gastronómicos y deportivos orientados a satisfacer las necesidades de esta clase innovadora.
Está claro los modelos de la Florida y California americanas son compatibles aunque más de un político valenciano se empeñe que no.