Hoy me han venido al recuerdo las reflexiones de John Keating, aquel carismático profesor de literatura de la película” El Club de los poetas muertos”, se trata de «vivir a conciencia la vida, de manera que no lleguemos a la muerte y descubramos entonces que apenas hemos vivido».
Vivir a fondo, extraer a la vida todo el meollo. Son ideas con las que Keating luchaba por sacar a sus alumnos de la monotonía y la mediocridad. Les proponía salir del montón, vivir con intensidad el instante, recuperar el viejo carpe diem —aprovechad el momento— acuñado por Horacio.
Todos tenemos que hacer un esfuerzo para salir de la vulgaridad y no regresar a ella de nuevo. Tenemos que ir llenando la vida de algo que le dé sentido, apostar por una existencia útil para los demás y para nosotros mismos, y no por una vida arrastrada y vulgar.
Hay situaciones en la vida que, por estrafalarias, injustas e irracionales que sean, nadie parece cuestionar. Es evidente que unos horarios más racionales redundarían en beneficio de todos y, en especial, de la familia. Se habla mucho de los llamados “niños del llavín”, esos a los que sus padres proporcionan una llave de casa para que puedan subir, hacerse la merienda y luego apoltronarse ante la tele o la PlayStation. Se habla de la falta de comunicación y de padres, con complejo de culpabilidad por estar ausentes en el desarrollo de los hijos. Se habla mucho, pero nadie piensa que sería relativamente sencillo mejorar todo esto.
Es necesario un cambio de cultura y mentalidad empresarial. Es decir, pasar de un modelo” mecanicista» que sólo reconoce una concepción del trabajo en función del tiempo que dedica el trabajador y en el cual la empresa no se hace responsable de las consecuencias de la relación entre el trabajo y la familia, a un modelo «psicosociológico», en el cual prima una concepción del trabajo en función del cumplimiento de la tarea y en la que el conflicto trabajo-familia es un problema atendido por la organización. El trabajo debe ser visto en función de la contribución al logro de los objetivos por parte del trabajador.
El modelo económico de desarrollo español se basa en la creencia de que cuantas más horas dediquen los trabajadores a su profesión mayor será la productividad cosechada por las empresas. Sin embargo, los expertos coinciden en que se trata de un planteamiento equivocado: la productividad española sólo ha crecido un 0,9% en la última década, y ya se encuentra 16 puntos por debajo de la media de la UE, según la OCDE. Aunque intervienen otros factores, como el auge del empleo de baja calidad y la inmigración, está demostrado que las compañías que saben organizarse para que sus empleados concilien vida personal y laboral son las que obtienen mayores ratios de eficiencia. La satisfacción de las personas es imprescindible para su pleno rendimiento.
La realidad hoy se tiñe también de una lacra de la cual no estamos exentos ninguno de nosotros y que se llama desempleo. Cada vez, más y más sacude al núcleo de la sociedad española que es la familia y es ésta la que sigue llevando a flote, en algunos casos a niveles de subsistencia a hogares donde han llegado a perder todo tipo de prestación social por parte de las administraciones, y son precisamente abuelos, hermanos los que mantienen económicamente las necesidades básicas de tantos y tantos hogares. En la actualidad 1.906.100 familias en España tienen a todos sus miembros sin empleo y 2.137.200 españoles no tienen ahora ningún tipo de prestación.
Os presento un video de Hirukide, que es la Federación de Asociaciones de Familias Numerosas de Euskadi, titulado “Con la familia. La remontada es posible”. Un vídeo que quiere dar valor e importancia, del apoyo familiar frente al paro y la crisis, porque pese a la crisis de tantos valores, el valor de la familia sigue en auge y llega donde no llegan los demás.