En un corto espacio de tiempo asistí a dos conferencias del mismo speaker de aforo bien diferente. La primera fue en Expo Management en Madrid, en un foro de 2.500 ejecutivos de toda España y el otro fue en el Primer Congreso de Jóvenes con Valores “Lo que de verdad importa “, en donde se reunieron 1.500 jóvenes valencianos. Las dos conferencias fueron dictadas por Fernando Parrado, uno de los 16 supervivientes de la tragedia los Andes. Precisamente hace escasos días se han cumplido 40 años del accidente.

Aquella historia asombró y sobrecogió a todo el mundo. Se une que en mi caso, fue el primer libro que leí, invitado por mi hermana y su inquietud por mi cultura y creo también que, para que no me dejara traumatizado eso, “ del más por menos”, que con tanto ímpetu me enseñaba, en sus clases de matemáticas.

Copio literalmente algunas notas que fui tomando y que como dardos se me clavaron porque como comentaré a continuación me denunciaron frente a mi actitud y la que nos embarga como sociedad: “¿Cómo es posible sobrevivir donde no se sobrevive?”, Nos preguntó a los asistentes. “Sobrevivimos porque hubo liderazgos, toma de decisiones y espíritu de equipo, porque nos conocíamos desde mucho antes”, dijo. «En la vida el factor suerte es fundamental». Y prosiguió explicándose: “Cuando llegué al aeropuerto de Montevideo no daban número de asiento para el avión. A mí me tocó, de casualidad, la fila 9, junto a mi mejor amigo. Cuando el avión chocó en la montaña, se partió en dos. De la fila 9 para atrás no quedó nada (entre los fallecidos estaban su hermana y su madre). Los 29 sobrevivientes al primer impacto viajaban en la parte que quedó a salvo. De ellos, dijo, 24 no sufrieron un rasguño. Así, los menos golpeados empezaron a ayudar, actuando como un verdadero equipo. Marcelo, nuestro capitán y líder, asumió su rol para contenernos cuando le preguntábamos qué pasaba porque no llegaba el rescate. Decidimos aguantar. Pero días después el líder se desmoronó. “La radio trajo la noticia de que había concluido el rescate”. “¿Cómo hubieran reaccionado ustedes?”. Nos preguntó.

“El líder se quiebra, se deprime y deja de serlo”. A continuación nos dijo “Imagínense que yo cierro esta sala, bajo la temperatura de -14 grados sin agua ni comida a esperar quién muere primero.” Se hizo un silencio estremecedor de la primera a la última fila.

“Ahí me di cuenta de que al universo no le importa qué nos pasa”. “Mañana saldrá el sol y se pondrá como siempre”. Por lo tanto, “tuvimos que tomar decisiones” comentó.
“Tenemos que comer, y las proteínas están en los cuerpos”
Parrado apeló a conceptos típicos del mundo empresarial.
“Hubo planificación, estrategia, desarrollo”
De repente Parrado dio un giro a su argumental y enfatizó:
“Esta no es la historia que vine a contar”, avisó.

Y contó que su verdadera historia empezó al regresar a su casa, sin su madre ni su hermana, sin sus amigos de la infancia y con su padre con una nueva pareja.
“¿Crisis? ¿De qué crisis me hablan ahora ustedes?”
“¿Estrés? ¿Qué estrés?”
“Estrés es estar muerto a 6000 metros de altura sin agua ni comida”, enfatizó. Recordó un diálogo fundamental que tuvo con su padre, que le dijo: “Mira para adelante, anda tras esa chica que te gustaba, ten una vida, trabaja. Yo cometí el error de no decirle a tu madre tantas cosas por estar tan ocupado, de no compartir tantas festividades con tu hermana, no darme el tiempo de hablar con ellas mis vivencias, no decirles cuanto las amaba”.

“Las empresas son importantes, el trabajo lo es, pero lo verdaderamente valioso está en casa después de trabajar: la familia. Mi vida cambió, pero lo más valioso que perdí fue ese hogar que ya no existía al regresar”.

“NINGUN ÉXITO EN LA VIDA, JUSTIFICA EL FRACASO EN LA FAMILIA”. No se olviden de quien tienen al lado, porque no saben lo que va a pasar mañana”. Concluyó Parrado, arropado por una fuerte ovación del público.

Y yo te digo, y por mi propia experiencia reciente, que………………………… ” A buen entendedor…….“.

Mira a tu alrededor y date cuenta de tus verdaderos valores. Creo que tu también, como yo estamos sentados de la fila-9 en adelante y no nos damos cuenta.

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