Normalmente, los términos “bien” y “necesidad” no los utilizamos en Economía en su acepción usual. La palabra necesidad, define algo preciso e indispensable; sin embargo, en Economía, se entiende por necesidad la sensación de carencia, unida al deseo de hacerla desaparecer. Estoy seguro de que sus necesidades, amigo lector, difieren en mayor o menor medida de las mías, así como la manera de satisfacerlas. Igualmente, la percepción del ciudadano valenciano es la de dar por hecho que todos los bienes –incluidos los económicos– son escasos.
Cada sociedad y época tiene un concepto propio y relativo de lo que es el bien común. Por ejemplo, en nuestra Comunidad, es innegable que el Ejecutivo –independientemente de su color político– ha luchado a lo largo de la historia por los intereses de los valencianos, por un mayor nivel de bienestar social, por la correcta realización del sistema educativo, cultural, sanitario,… Si echamos la vista atrás, hoy en día el pueblo valenciano está infinitamente mejor posicionado, al fin y al cabo, la vida económica no es sino un aspecto más de la vida social y, por supuesto, la clase dirigente está y estará sometida a la crítica, que debe ser bienvenida.
Los ciclos económicos son dispares y de vez en cuando, como ahora, nos toca a todos “remar duro”, pues las corrientes no son favorables. Lo que a mí realmente me entristece, es ver cómo determinados derechos y posiciones consolidadas en el mercado global se han dejado perder por decisiones políticas muy poco afortunadas. En el caso, por ejemplo, de la Encuesta sobre Innovación Tecnológica de las Empresas que publica el INE se aprecia que, en los últimos diez años, la brecha tecnológica se amplía cada vez más. En el caso valenciano es aún más preocupante pues los últimos datos revelan que en cuanto a inversión empresarial hacia la innovación, la Comunidad Valenciana ha caído frente al aumento general consolidado en el resto de Comunidades Autónomas.
Esta misma semana la Confederación Empresarial Valenciana ha presentado el informe denominado “ Situación de la I+D+I en la Comunitat Valenciana: resultados estadísticos y valoración empresarial” que confirma, por fin, una desaceleración en el ritmo de decrecimiento de los principales indicadores y apunta, por tanto, un cambio de tendencia.
Todo este entramado implica la adopción de decisiones complejas, con consecuencias a largo plazo y la movilización de un volumen considerable de recursos. En el caso de la Comunidad Valenciana, este escenario y su tejido industrial está más que definido por un conglomerado de pequeñas y medianas empresas que necesitan un avance en el conocimiento de los posibles escenarios de futuro, que contribuyan a reducir el nivel de incertidumbre en el que se producen las decisiones estratégicas. Aunque la idea de disminuir dicha incertidumbre es siempre relativa, sería más que necesario que en un momento de crisis se clarifique de una forma consensuada hacia qué modelo valenciano se quiere ir, con qué agentes del llamado Sistema Valenciano de Innovación y de qué forma vamos a aportar valor añadido y competitivo frente al mercado globalizado.