Más del 96 % de nuestras empresas tienen menos de diez trabajadores. En consecuencia y por razones estructurales bien conocidas por todos, no todas las empresas disponen de recursos necesarios para desarrollar sus capacidades, entre ellas su propia capacidad de gestionar la innovación como una herramienta estratégica de competitividad.
Mucho se ha hablado y escrito sobre el necesario esfuerzo de nuestra Administración en este ámbito que llevaría irremediablemente a una respuesta empresarial para una garantía de futuro y una verdadera cultura de la innovación volcada a todos los agentes económicos y a toda la Sociedad, pero la actual coyuntura económica está haciendo mella en la inversión en innovación y en la investigación y desarrollo, a pesar de que ahora, más que nunca, es necesario apuntalar el ecosistema innovador como llave para salir de esta situación. Y es que, desde que estalló la crisis, España ha ido minando el progreso científico y técnico mediante sucesivos recortes (más de un 33 por ciento), dentro de los Presupuestos Generales del Estado, de la inversión pública en I+D+I.
Lo más grave, desde mi punto de vista, es la pérdida de competitividad de la economía española, puesto que, a diferencia de lo que ocurre en países como Alemania o Francia, el gasto en I+D y en Innovación por habitante ha disminuido. Por ejemplo, el gasto en innovación tecnológica de las pymes en nuestro país es un 8,8 por ciento menor que en 2010.
Es cierto que la innovación es una de las labores pendientes de la pyme española. Muchas, al no ver un retorno inmediato (o a muy corto plazo), han preferido centrarse en meter parches en sus compañías en lugar de intentar encontrar una cura definitiva. A pesar de las muchas campañas de fomento de la innovación que ha habido, las pymes parecen no darse por aludidas, y siguen pensando que la I+D y la Innovación es cosa de grandes compañías.
Por otra parte la poca ayuda pública se centra en créditos reembolsables con ardua complicación burocrática-administrativa para justificar los proyectos lo que ha hecho que el número de empresas solicitantes haya pasado a números simbólicos frente a convocatorias del pasado.
Es complicado encontrar soluciones milagrosas para fomentar la innovación. Para Ismael Teijón, Secretario de Organización de AJE Madrid: «Herramientas interesantes para que las pymes sean más innovadoras podrían ser establecer 2 ó 3 horas semanales libres, abiertas a la creatividad, donde los empleados puedan desarrollar sus propias ideas o ‘dimensionar la innovación’ a la capacidad y recursos de la empresa. Pequeños cambios en los procesos o productos pueden suponer un gran avance para el negocio».
Sin duda, los que creemos en ella, seguimos apostando que la formación en innovación es crucial en este siglo-XXI, y , sin duda, una herramienta vital para la empresa.
Columna de opinión publicada en el periódico Levante-EMV del 21 de diciembre de 2014