En los próximos seis años, de aquí a 2020, van a llegar al mundo 500 millones de nuevas personas, es decir, 500 millones de nuevas mentes se van a incorporar al circuito económico. Esto se puede interpretar como la oportunidad de tener 500 millones de nuevos clientes potenciales que antes no existían, con nuevas demandas, y con mayor o menor poder de compra. Pero además de verlos como clientes, se puede pensar en esta nueva generación considerando que habrán nacido ya en un entorno conectado (global y digital) que alcanza a todas las actividades, dominado por un nuevo espíritu emprendedor que se extiende por todo el mundo. De hecho, la Comisión Europea está ya trabajando en ello fijándose un Plan que precisamente denomina “Horizonte 2020”.
Nuestros competidores ya no son sólo las grandes corporaciones, sino también quienes desde la distancia están utilizando las últimas herramientas informáticas para diseñar en la impresora 3D más próxima el prototipo de su próximo lanzamiento.
Desde luego, no ha perdido vigencia la afirmación acerca de que el ritmo de la innovación de los últimos años ha sido muy rápido y que, quizás aún queda mucho por ver. En los próximos años, asistiremos a una explosión de innovación, gracias a millones de nuevas personas motivadas e implicadas hacia nuevos paradigmas hoy difícilmente imaginarios.
Se nos plantea un reto de notables proporciones: generar un entorno estimulante en el que las nuevas generaciones puedan desarrollar toda su potencialidad para satisfacer sus necesidades. Mientras tanto nuestros gobernantes siguen “metiendo tijera” en elementos tan claves para el futuro como son la educación, la I+D y la Innovación.
La solución a estos retos que son –en definitiva – los que plantea el desarrollo humano sostenible, necesitan la innovación, que cada vez más, debe estar dirigida a proteger y crear. Proteger el nivel de desarrollo humano que ya tenemos, y que tanto nos ha costado alcanzar. Explorar y hacer realidad nuevas oportunidades para crear nuevo desarrollo. Y, para proteger y crear, se necesita acelerar el impulso innovador. Hoy el presente, la innovación sigue siendo una gran asignatura pendiente para muchísimas empresas, que dicen innovar pero que sólo lo hacen reactivamente, es decir, tarde y mal. El futuro, lo estamos viendo, pide formación en innovación, pero sobre todo una innovación que impacte en el desarrollo y en la vida de las personas.
En suma, dos principios son básicos para la innovación: la tipología del modelo de negocio, y el valor que genera el equipo. La expresión “la innovación la hacen las personas”, ya es de práctica habitual, por tanto, debemos dar un paso más, potenciando su segundo rasgo: la innovación sólo tiene sentido si las personas son su destino, su objetivo o su fin.