En el ámbito de la psicología, como en la innovación, la “zona de confort”, es un estado de comportamiento en el cual la persona opera en una condición de «ansiedad neutral», utilizando una serie de comportamientos para conseguir un nivel constante de rendimiento sin sentido del riesgo (White 2009).

El problema de España no es su baja productividad como quieren imponer algunos economistas neoliberales. La verdadera lacra laboral, social y en el fondo humana es que estamos sumamente acostumbrados a no movernos, no arriesgar y no ver más allá de nuestras verdaderas posibilidades. Es importante, y más ahora, intentar dar lo mejor de uno mismo y evitar llegar al suicidio interior de tener una vida sin sentido, una vida sin esperanza. Es la misma vida la que te pondrá a prueba y verás como todo no ocurre por casualidad y que cada acontecimiento por duro que sea, te llevará a ser cada día más fuerte.

Te recuerdo esta fábula que dice mucho de cómo la vida y sus acontecimientos te hacen salir algunas veces de tu “zona de confort” y replantearte muchísimas cosas:

“Había una vez un viejo maestro que decidió visitar junto a su discípulo la casa más pobre de la comarca, donde malvivía una familia con una sola posesión: una famélica vaca cuya escasa leche les proveía de insuficiente alimento, pero alimento al fin y al cabo. El padre, hospitalario, les invitó a pasar con ellos la noche. Al día siguiente, muy temprano, el maestro le dijo a su discípulo: “Ha llegado la hora de la lección”. Y el maestro sacó una daga y degolló a la pobre vaca.
–¿Qué clase de lección deja a una familia sin nada? –se quejó el discípulo.
–Fin de la lección –fue la única respuesta.
Un año más tarde volvieron al pueblo y donde estaba la casucha destartalada encontraron una casa grande, limpia y bastante lujosa.
Vieron salir al padre de familia, que no sospechaba que el maestro y el discípulo habían sido los responsables de la muerte de su vaca, y les contó cómo el mismo día de su partida algún envidioso había degollado salvajemente al pobre animal…
–… esa vaca era nuestro sustento. Pero cuando vimos a la vaca muerta, supimos que estábamos en verdaderos apuros y que teníamos que reaccionar. Y lo hicimos. Decidimos limpiar el patio que hay detrás de la casa, conseguimos algunas semillas y sembramos patatas y algunas legumbres para alimentarnos. Muy pronto vimos que nuestra granja casera producía más de lo que necesitábamos, y así empezamos a vender. Con las ganancias compramos más semillas, y así hasta hoy mismo que he comprado la casa de enfrente para plantar más patatas y hortalizas y algo de…
Mientras el padre de familia seguía hablando, el discípulo se dio cuenta de que aquella vaca había sido la cadena que mantenía a toda la familia atada a una vida de conformismo y mediocridad.

El conformismo es el carcelero de la libertad y el enemigo del crecimiento”

(J. F. Kennedy)