Una de las mayores y mejores claves de la inteligencia emocional y el dominio de nuestro sistema emocional es interiorizar este proceso. ¿Por qué? Porque los seres humanos registramos los sentimientos en nuestra memoria. Éstos son los que dirigen nuestras vidas porque es de lo que nos acordamos porque le hemos dado una explicación. Es el sentimiento el que se almacena no la emoción.
Ahora bien, la dificultad que esto plantea en muchos de los planos de nuestras vidas, es creernos un sentimiento. Porque el sentimiento se forma por la explicación, la asociación, la interpretación que hacemos de la emoción más la situación, y ahí entran en juego muchos factores: la edad que tienes, lo que pienso sobre las cosas, si estoy cansado/a, en un momento “de bajón” o feliz, cuando ocurre… Es decir, lo que yo pienso viene dado por quién soy, cómo estoy en ese momento, como me valoro, concepción de la vida en ese momento, lo que quiero, mi evolución ( 6 años, 15, 20 o 50). Lejos de haceros un lío con todo lo que pasa dentro de nosotros, lo que quiero con esto es que quede claro que LO QUE SIENTES NO ES FIABLE.
Lo que sientes fue lo que pensaste que ocurría en un momento determinado cuando eras de una determinada forma y pensabas sobre la vida esto o aquello. Que lo recuerdas tal cual porque así lo almacenaste en tu memoria. Que eso fue así en aquel momento, no ahora.
Así que, aunque el ser humano lo que recuerda es el sentimiento – explicación de lo que ha ocurrido y qué ha provocado la emoción, – y del sentimiento, es de quién no te puedes fiar. Y mucho menos, si está coartando o limitando tu felicidad.
Hay signos que nos llevan a la emoción y un ejemplo claro de nuestros días es el Papa Francisco. Tal como dice Victor Codina en uno de sus últimos artículos «El nuevo Papa Francisco, antes de pronunciar discursos y de escribir encíclicas ha ido realizado una serie de gestos simbólicos de gran carga significativa que han sido fácilmente captados por todo el mundo y han sido ampliamente difundidos por los medios de comunicación».
Estos gestos han ido cambiando el ambiente eclesial dominante, han acercado la Iglesia al mundo de hoy y han suscitado la esperanza de una nueva primavera eclesial: se proclama simplemente Obispo de Roma, asume el nombre de Francisco , pide oraciones por él al pueblo, besa a un niño discapacitado y abraza a un hombre con la cara totalmente deformada, el jueves santo lava los pies a una joven musulmana de una prisión, come en Asís con niños con síndrome de Down, va a la isla de Lampedusa en su primer viaje fuera de Roma, y lanza una corona de flores amarillas y blancas en memoria de los emigrantes fallecidos,convoca una jornada mundial de oración de ayuno para la paz en Siria, interpelado fuertemente por los rostros de los niños muertos por armas químicas, usa sus zapatos viejos en vez de los zapatos rojos tradicionales, no vive en los Palacios Apostólicos Vaticanos sino en la residencia de Santa Marta, viaja por Roma en un sencillo y pequeño coche utilitario para no escandalizar a la gente de los barrios periféricos populares, contesta a las preguntas de un periodista no creyente, invita a Santa Marta a rabinos de Argentina, invita para su cumpleaños a cuatro mendigos, visita favelas en Río y hogares de migrantes africanos en Roma… Estas “florecillas del Papa Francisco”, como las “florecillas de Juan XXIII”, han sido fácilmente entendidas por el pueblo.
Los expertos en semiótica resaltan el valor significativo de los gestos simbólicos, que van más allá de las palabras pues los símbolos siempre dan qué pensar. Esto es cierto, pero al margen de esta explicación semiótica, hay otra razón más profunda que explica este cambio de receptividad eclesial y mundial: estos gestos simbólicos de Francisco tienen un profundo sabor evangélico, huelen a evangelio, a Jesús de Nazaret. Por esto, no solo sus gestos sino sus mismas palabras son acogidas ahora de una forma nueva.
Durante esta semana hay un viral en internet que precisamente tiene que ver con la Iglesia. El padre Ray Kelly quiso sorprender a unos novios durante la celebración de su boda y se animó a cantar el ‘Hallelujah’ de Leonard Cohen. La reacción de los asistentes no pueden ser más emocionante. En 8 días ya lo han visto más de 27.000.000 personas.
Guillermo y José Ramón….¡¡¡¡ esperamos vuestra sorpresa para las ya nuestras próximas Bodas de Plata !!!!.
Sentimientos, gestos, emociones,……………., ya lo dice mi amigo Álex Rovira : “ Somos piel “