Los esquemas de cooperación empresarial han sido un factor de éxito para el desarrollo de las economías mundiales. En diversas regiones, las asociaciones han triunfado y han servido como un modelo en el que la colaboración entre las empresas es la protagonista en las políticas de gestión empresarial, pues así se permite a las pymes alcanzar una mayor capacidad de acción, sin perder independencia.
A partir de la década de los 80 cambian las formas de organización empresarial. Tanto a nivel nacional como internacional se incrementa la cooperación entre empresas como resultado de la globalización de los mercados. Además, surge un renovado interés por producir y comercializar productos y servicios en mercados de alta competitividad. Por ejemplo, el departamento Noruego de Desarrollo Industrial cuenta con un programa de cadenas productivas que busca impulsar relaciones de cooperación a largo plazo entre empresas independientes. Las empresas que han participado han disminuido costos del 20 al 30%.
En la Comunidad Valenciana se ha mantenido “a saltos” una línea de promoción para la cooperación empresarial, en especial de las micro, pequeñas y medianas empresas. Han existido diferentes opciones de agrupación –en ocasiones diseñadas para sectores específicos– y con objetivos concretos. Por ejemplo, las cooperativas, cuya vigencia permitió sumar recursos y experiencias de pequeños productores. No obstante, las organizaciones descritas han disminuido su presencia como alternativas de asociación. En los últimos años, se ha promovido por el IMPIVA el Programa de Redes Interempresariales dentro del Plan de Consolidación y Competitividad de la Pyme que gestionaba junto a la Dirección General de la Pyme en Madrid y los fondos FEDER.
Posteriormente, se generaron una serie de estructuras cluster dentro de sectores productivos estratégicos, muchos estaban integrados por un profesional, experto en innovación: eran los denominados i-creo. Hoy en día, todos estos programas están bajo un gran interrogante de continuidad por parte del nuevo IVACE, unido al fuerte estrangulamiento financiero de impagos de la Generalitat Valenciana, a través de acciones de anualidades anteriores vencidas.
Como dice mi buen amigo Andoni Gartzia, que es director Gerente del Polo de Innovación GARAIA en Mondragón, “las reglas de la innovación en el siglo XXI han cambiado y los modelos de innovación también”. La innovación ha entrado en la agenda de las empresas pero el modelo de innovación asociado a la invención no es suficiente. Innovar ha dejado de ser una actividad discreta, un evento único, que se realiza de tiempo en tiempo. Las organizaciones necesitan establecer culturas innovadoras, porque el cambio significa no sólo que hay que innovar más veces, sino que es necesario dedicar proporcionalmente más tiempo a la innovación.
Esta ecuación no se resuelve sólo invirtiendo en I+D y dejando que los especialistas conviertan desarrollos tecnológicos en productos o procesos innovadores, hay que socializar la innovación y pasar a crear culturas innovadoras.